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Escuela pública

A principios del siglo XIX se abrió una escuela para varones en el Cabildo de Montevideo, mantenida con colaboración de familias de buena posición económica. Algunos “maestros particulares” impartían enseñanza en sus domicilios, previo permiso del Cabildo para dictar clases. El primero de ellos fue Manuel Díaz Valdéz.

La enseñanza consistía en leer mecánicamente, escribir, tener conocimientos de las tablas de aritmética, de memoria y en coro, algo de ortografía, doctrina católica y rezo.

No se concebían escuelas mixtas en las que coexistieron varones y niñas. Tampoco había escuelas para niñas, con la excepción de una, de Eusebio Vidal y su esposa María Clara Zabala, donde se les enseñaba lo mismo y a coser, que en forma gratuita comenzó a funcionar en 1794.

Al pensar en la Educación de nuestro país resulta imprescindible destacar la importancia del pensamiento de José Pedro Varela marcando una pedagogía de la igualdad y la laicidad que se fue incorporando a la parte ideológica y proyectando históricamente hasta el presente. Varela, joven inteligente y dinámico, junto con varios jóvenes amigos impulsó la creación de un movimiento educacional (la “Sociedad de Amigos de la Educación Popular”) que concluyó en la aprobación por el Gobierno de una Ley de Educación y en su designación como Inspector Nacional de Instrucción Pública en 1877.

En 1877, bajo la dictadura de Latorre se decreta la Reforma Educativa, bajo tres preceptos básicos: obligatoriedad, laicidad y gratuidad, que rigen la educación hasta nuestros días.

El Estado no podía responder solamente a una parte de la sociedad (la población católica) sino a ella en su conjunto. Varela impulsó la creación de escuelas en todo el territorio nacional.

La Maestra Enriqueta Compte y Riqué, quien irrumpiendo en ese escenario pedagógico manifestó su interés y preocupación por la educación preescolar y la formación docente. Proyectó planes y programas con amplia libertad, fundó el Primer Jardín de Infantes Público del Uruguay y de América. Elaboró un programa para Jardines de Infantes, que fue aprobado en 1898, dirigido a niños desde 3 a 10 años, dividido por edades.

Como contenidos a enseñar Enriqueta Compte y Riqué incluía trabajo manual, conversaciones y anécdotas, juegos, canto y hábitos. Preveía ideas fundamentales a enseñar en esos años: número (hasta 5), forma, color, posición, tamaño y sustancia. En el ciclo de 5 a 6 proponía la iniciacion en lectura y escritura.

Fue a partir del Programa de 1917 que se concretó el ideal vareliano de laicidad. La educación no incluía la formación religiosa de los niños en la escuela, quedando bajo la responsabilidad de la familia.

Otro referente del pensamiento y las experiencias pedagógicas en nuestro país lo constituye el Profesor Carlos Vaz Ferreira quien desde la Cátedra de Maestro de Conferencia planteaba la reflexión sobre los grandes temas que preocupaban en esa época. Vaz Ferreira estuvo vinculado constantemente con lo educacional. Estuvo vinculado a las tres ramas – primaria, media y superior – de la enseñanza pública.

En 1941 se formuló un nuevo Programa para Escuelas Urbanas con las mismas bases que en 1925.

Se flexibilizaba la distribución de contenidos de 3º a 6º, agrupándolos por temas y se permitían las adecuaciones que el Maestro valorará necesarias. El Idioma Nacional era una prioridad y aparecía la Educación Cívica separada de la Moral como materia.

En la Constitución de la República del año 1950, se establece la obligatoriedad de la Enseñanza Primaria, en la de 1966 se amplía la Enseñanza Media.

 

El Programa para Escuelas Urbanas de 1957 

En este nuevo programa, que en términos pedagógicos constituye una regularización de prácticas innovadoras que venían realizándose en las aulas, mantuvo la orientación pedagógica del programa del 49, coincidencia en los objetivos, en las bases filosófico-pedagógicas.Se jerarquizaba la capacidad creadora y el desarrollo autónomo del niño. Su propósito central era favorecer el desarrollo pleno de la personalidad del niño, de su capacidad investigadora, reflexiva y crítica.

Presentaba una apertura hacia lo extra nacional, lo regional, lo internacional y una visión respetuosa de las diferentes civilizaciones, tanto las del pasado como las del mundo contemporáneo

Se empezaba a plantear que la función de la educación era la reproducción de la sociedad en que se insertaba.

Si bien hasta la década del 50 podríamos decir que tanto desde la teoría como desde la realidad social se reconocía a la escuela una función igualadora; en este período comenzaba a cambiar su imagen y rol social para volverse cada vez más discriminatoria y represiva. La brecha entre lo público y lo privado se amplía también desde el imaginario social.

Hasta 1972, la Enseñanza Pública dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social, existiendo Consejos Directivos en cada nivel con un carácter de entes autónomos.

A partir de ese año, con la aprobación de la «Ley General de Educación» (Nº 14.101), aprobada en enero de 1973, dichos entes se nuclean en un nuevo ente denominado CONAE (Consejo Nacional de Educación).

El 28 de marzo de 1985 se promulga la Ley de Emergencia de la Educación, (Nº 15.739) que mantiene validez hasta nuestros días. Con ella se cambia la denominación del organismo CONAE, por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), estableciendo que sus órganos son: Consejo directivo Central (CODICEN), Dirección Nacional de Educación Pública y los consejos dependientes, de Educación Primaria, Secundaria y Técnico Profesional.

Se asociaba indiscutiblemente la Educación Pública con las ideas de democracia, libertad, igualdad y laicidad.

En 1986 también surge el primer proyecto oficial de Integración del Discapacitado. Se transforman las clases de recuperación en clases de apoyo. En 1989 se aprueba la Ley 16.095 por impulso de los padres de alumnos discapacitados.

El docente pasó a ser un guía, un facilitador que respondía a las expectativas de sus alumnos y del contexto concreto en el que actuaba. A fines del Siglo XX, se apostó a fortalecer la participación privada en la Educación restringiendo la presencia del Estado a las funciones de control. No se hablaba de laicidad sino de calidad y equidad, de educar para la tolerancia.